Páginas

martes, 5 de agosto de 2014

Una forma de matar a la tristeza.

Me quemé con las cenizas de aquel amor al que prendimos fuego. A veces llegabas tarde y me acariciabas cuando dormía. No creo que haya una forma más bonita de decirle a alguien que le quieres. Y me querías. Aquellas noches. Yo nunca supe lo que sentía por ti, porque nunca lo había sentido por nadie. Entonces estaba perdido, pero jamás deseé tanto que no me encontrasen. Fue maravillosa (y te lo digo ahora cuando ya es tarde) esa forma de matar a la tristeza.

Adiós.

Lo lejos que estás, lo cerca que te quiero. Si hablamos de distancia siempre pienso en lo equivocado de tu cuerpo, a tantos kilómetros de mis besos. Si hablamos de amor, ahí no te encuentro, entre tú y yo no hay sentimientos. Y fue bonito a veces, pertenecerte a ratos, y amarte siempre. ¿Quién mintió más? ¿Quien cerro los ojos más fuerte? Supongo que el destino será el que diga quién echa de menos y quién olvida las promesas y las eternidades que no fueron. No me culpes por este silencio, ayer mismo te decía lo mucho que me gustaría arrancarte la ropa antes de meternos a la ducha, tirar las dudas por el desagüe, quedarnos sólo con la certeza, eliminar los quizás. Y aunque las ganas de no soltarte nunca siguen estando, la que se va soy yo. Porque a la hora de la verdad el vacío de mi mano buscando la tuya es la cosa más triste, lo que vuelve al mundo una escala de grises. Que eres como el sonido de un acordeón que llora baladas de desamor que nadie oye. Que hay que dejar ir a lo que se quiere cuando no se tiene.
Y he aprendido a ver cuando es ese momento. Y el nuestro llegó hace mucho, pero nunca es tarde para hacer lo correcto. Por eso, y porque no puedo seguir esperando que vengas a verme, adiós.

Me gusta la insegura yo.

Me importa lo que piensen de mi, y mucho. Siempre he sido cuidadosa con lo que digo y hago, de no ir por ahí haciendo escándalo. Es un problema meramente de seguridad. Camino por las aceras con miedo de que un tacón se me pueda romper, con temor de que mi vestido se rasgue o de no decir lo adecuado o decir de más. No soy como otras chicas, que caminan como si no les importará que vayan dejando un desastre detrás suyo. Hay veces que no se cuando callar y otras donde no se que decir. Y continuamente doy explicaciones de porque hago o digo esto. Vivo enfrascada en miedos y dudas, mismos que me atan y no me dejan seguir, los mismos que me hunden. Espero poder darle poca importancia a lo que otros piensan o me dicen, pero resulta que así soy yo. Y me gusta exagerar o minimizar las cosas a lo grande. Me gusta la insegura yo.